3 de junio de 2012

La morada


Quería compartirles algo que escribí cuando bajaba de peso...

El peso se va, los kilos perecen, la grasa desaloja mi cuerpo, pero sigo siendo una mujer gorda, de ideas, de corazón, de entendimiento…
Sigo envidiando positivamente a los cuerpos mejores que el mío sin criticar al resto como lo hace una buena gorda. Sigo viendo a las mujeres a los ojos sin tratar de reducir su autoestima con la mirada, como lo hace la mujer de mente flaca. Sigo adorando los chicos por su esencia, valorando sus atributos físicos pero amándolos por sus cualidades morales y sus personalidades cálidas. Sigo gorda, y espero nunca enfermarme y dejar de serlo. Quiero, por mi salud, ser físicamente delgada pero espero que esto no afecte la sensibilidad que una mujer tan gorda como yo tiene.
Ser gorda es un privilegio, nos deja ver quienes nos aman realmente por lo que somos y no por lo que se ve. Quienes nos desprecian porque aborrecen nuestra personalidad, y quienes, pese a ser extraños, lo hacen porque simplemente nos vemos de una forma que les molesta.
Espero que me sigan viendo así, gorda; que no crean que se encoje mi alma con cada kilo, porque si fuera así, me encontrarían mañana en coma diabético intentando regresar a mi peso. ¡No! no caeré en la estupidez de odiar sin razón alguna al desconocido, de burlarme, de ennegrecer mi corazón con vanidad. Y sea cual sea el futuro de mi apariencia, seré gorda siempre. Dios me ayudará a que pase, y con esa ayuda nunca llegaré a fallar…  

Qué bueno es escribir estas cosas, porque como cambia uno aveces olvida. Es tan fácil caer en la superficialidad. Tan cómodo dejar de reconocer a quienes nos quieren solo por como nos vemos, y hacerlos partes de nuestra nueva vida. Es demasiado fácil, pero no lo más sabio. Sabio es saber que la apariencia viene y va, y que nosotros debemos construirnos desde adentro hacia afuera. 

Muchos se conforman con tener edificaciones magnificas, pero vacías, o peor... llenas de basura por dentro. Mientras que otros viven en casas humildes que guardan los más preciados tesoros de la vida. No puede pretender ser perfecta, ni tener la mejor estructura con el alma más pura. Pero sí, esta en nosotros intentarlo. Ser lo mejor que podamos ser, para cuando llegue el día de las cuentas, a nadie le de vergüenza mostrar su morada. 

Un abrazo.

1 comentario:

*°·.¸¸.° Heidy °·.¸¸.°* dijo...

Cuando uno tiene una sana autoestima, aprende a aceptarse a sí mismo tal y como es.

Bien por vos que aprendiste a aceptarte y a darte valor. Nunca pierdas tu esencia!!!

Saludos

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