12 de octubre de 2009

Querido Aguilé

Las necrologías son bellas, sin embargo algunas son más fácil de escribir que otras…




Cuando el mundo se despide de un alma tan vibrante y llena de alegría como la de Luis Aguilé, las palabras se quedan cortas y las necrologías se sienten insípidas. Nuestro país no llora un un cantante más… sino se despide del hombre que llenó de felicidad nuestra niñez.

Crecimos con sus canciones. Nuestros padres nos heredaron su música, y aún las generaciones de este nuevo siglo se rinden ante Pinocho, Pecos Bill y Manuelita La Tortuga. ¿Cómo agradecerle los momentos de felicidad que vivimos con sus canciones? ¿Cómo valorar lo que representó cada canción para nosotros?

¿Nostalgia? Puede llamarse así. Porque aún ya adultos, somos capaces de reír con sus descabelladas letras y de bailar sus canciones setenteras con los más pequeños. Somos los que aun conservan su música y observamos maravillados como encanta a nuestros sobrinos, hijos y nietos.

El rey de los niños murió debido a cáncer de estomago. Murió con 58 años de carrera pesando sobre 73 años de vida, y dejando muchos proyectos cumplidos y aun más sin hacer.

Su legado

La obra que nos deja es como la vida… a veces llena de comicidad, otras veces demasiado polémica, en instantes romántica, y siempre… con una gran influencia infantil.

Sus canciones están para todos los gustos, desde ranchera hasta sevillana. Cada quien escoge. Yo por lo menos tengo dos favoritas. Una…“es una lata… el trabajar, todos los días te tenés que levantar, aparte de eso, gracias a Dios, la vida pasa fácilmente si hay amor”. Y la segunda… “animalito desventurado, que tu destino, es morir asaaaado, una bronca en el gallinero hay…”

Pero si hay variedad. La de los románticos es… “Tú que estas lejos de tus amigos, de tu casa…“ ¿Sí o no es cierto? Quien se salva de escuchar en navidad: “ven a mi casa está navidad.” Este año, vamos por el record seguro.

Aquí podría seguir contándoles, pero lo cierto es que Aguilé amaba a Costa Rica y nosotros lo amábamos a él. Y que nadie diga nada… pero si no hubiese sido por el acento… hubiéramos creído que era tico.

Gracias, Aguilé. Nos hiciste cantar a todos, nos ayudaste a disfrutar nuestra niñez, hoy lo menos que podemos hacer… decirte lo mucho que siempre te apreciamos y lo bien que cuidaremos tu música, para que la disfruten también futuras generaciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si que lastima

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