23 de junio de 2010

El tobogán de la maldad

Hoy me enojé tanto. Tanto, que literalmente sentía mi cara palpitar. Toda la sangre se me había ido a la cabeza. Mi cuerpo se preparaba para el enfrentamiento. Estaba en clase, y un compañero de maestría -de 50 y resto de años, muy engreído- no me dejaba terminar de dar mis comentarios, sino que me interrumpía, y lo peor es que... entre dientes decía que yo estaba "equivocada" en lo que decía por ser tan joven. Les diré, no me molestó que no estuviera de acuerdo conmigo, pero si me molestaron dos cosas: 1. que me interrumpiera porque me parecía una falta de respeto que hablara mientras yo lo hacía y 2. que me dijera que yo pensaba "mal" porque era muy joven. Mientras mi cara latía, y yo contaba hasta diez, recordé a un gato que había visto en la calle el día anterior. El gato era negro, medio salvaje, se veía por su pose, esperaba en la acera, sus ojos y su cara se movían al compas de los carros. Necesitaba cruzar la calle, me imaginé que su instinto animal seguro le estaba diciendo: lánzate, tu eres más rápido y tienes más vidas que esas grandes maquinas que tienes en frente. Pero el gato, se mantenía inmovil esperando el momento adecuado.

Cuantas veces nos pasa que queremos actuar impulsivamente y no medir consecuencias. ¡Cuanto no deseaba yo agarrar del poco pelo que tenía a ese panzón, feo, gordo y engreido compañero y sacarlo de la clase en un santiamén! ¡Cuánto! Pero yo era ese gato, y si cruzaba la calle con carros, me iban a atropellar. El profe, o el gordo, que más da, iba quedar mal. Y quizá hasta con una vida menos. Así que no dije nada-por el momento-, me calle y continué.

Si termináramos ahí la historía suena bien ¿no?. Suena a un post que podría poner y que sería valido, pero les estaría mintiendo. No es fácil ser un gato esperando el momento indicado cuando las gotas de agua empiezan a caer y el techo está del otro lado. Como seres humanos luchamos todo el tiempo contra la maldad que recibimos y somos tentados a reproducirla con finales desastrosos.... Pero como el famoso dicho de Gandhi: Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego. Tan lógico y lindo suena, pero que complicado es no quererle sacar los ojos a los que nos ciegan.

No es fácil. Hay que tener una paz interior asombrosa, y eso se encuentra con el tiempo y la fe (ya sea en la educación o en la religión, o en ambas, como quieran). Al final, le respondí a mi agresor, no con la misma violencia como lo hizo conmigo, pero si fuí enfática para hacerle ver que si tienta a la gata en mí, y logro cruzar la calle, los rasguños pueden ser muy dolorosos y sinceramente... mi intención no es arriesgarme. Creo que nadie quiere ser corrompido por la maldad, pero ¡qué difícil es luchar contra tanta vara y estupidez que aveces soportamos!

Resbalarse en el tobogán de la maldad puede ser fácil y hasta divertido pero no sabemos que hay al final, cuando caigamos al suelo... si habrá un charco, piedras o simplemente zacate o arena.

4 comentarios:

andrés dijo...

Puña Joha como que andamos en las mismas, con gente necia atravezandose...!

Todo mundo tiene derecho a expresar su opinion y a la vez de ser escuchados. Mal por el señor que te desacredite solo por tu edad, su error es caer en prejuicios, pero rocos asi sobran, no hay que darles bola y nunca actuar con el higado en la mano - yo he aprendido eso a la brava.

La mejor accion es la que tomaste y pa la proxima nada mas le decis "sea necio!!!" jejejeje

Un abrazo grande!!

Gi dijo...

Muy buen post!!!

Yo por lo general suelo ser una persona pacífica pero cuando ando de luna... cuidado se me sube el apellido y ataco donde más le duele a mi interlocutor.

Mi mamá siempre me ha dicho que cuando estoy molesta no conecto la lengua con el cerebro y termindo diciendo cada cosa y pues creo que tiene razón.

A veces actuamos tan impulsivos que no medimos q pueden haber consecuencias negativas para nosotros!

Joha dijo...

Andrés: Pues sí. La gente necia sobra, y lo peor es que creo que saben que son necios y lo siguen haciendo. Mi hígado -como el tuyo-tenía protagonismo en estas peleas, yo también he aprendido a controlarlo. Aunque aun lucho contra mis impulsos y aveces siento las ganas de ponerlos en su lugar a mi manera. jajaja, pero no. Un abrazo, :)

Red, bueno, yo tengo esa capacidad de herir donde más duele. Y si mi lengua se desconecta y es como una fuerza que uno que se desató tiene que ser liberada, por eso intento no enojarme tanto. Porque cuando lo hago hay problemas. ;) Y si... una vez que decimos todo, que inyectamos el veneno, no hay forma de sacarselo a la persona, la va afectar, enfermar o hasta enemistar con nosotros. :( :) Gracias por comentar.

KagosaVampire dijo...

Yo he aprendido a no hablar cuando estoy enojada. Digo cosas que no deberia decir.

Sin embargo, cuando me calme, igual le voy a decir lo que pienso, solo que de mejor manera.

Nadie debe faltarte el respeto, por mas edad, plata o titulo que tenga.
Si yo respeto, merezco respeto y hay que dejarlo claro.

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