Pongo el ejemplo con mi perra, Cookie. Todos en mi casa creemos ser dueños de ella, me incluyo. Pero ciertamente nada, más que un sentido de superioridad evolutiva, me dice a mi que yo soy dueño de ella, que me pertenece.
Mi perra no me pertenece, ella tan solo un ser docil y sumiso que encontró en mi hogar un refugio en el cual vivir. Es una perra que creció y se encariñó con mi familia, y hoy para suerte nuestra, la defiende y la protege ante cualquier situación.
Debemos de olvidarnos de esos rangos jerárquicos que creamos para etiquetar las vidas animales. Mi perra vive en mi casa porque quiere, y si ella quisiera se va... y tiene todo el derecho si deja de encontrar en mi familia el apoyo que ella necesita.
Si algo NO HEMOS APRENDIDO como especie humana es a saber amar en libertad. Queremos poseer, apropiarnos de las vidas que adornan nuestro camino. Y prueba de ello.. son nuestros fieles amigos... los perros y perras del mundo occidental.
¡Cómo lo siento! Qué difícil es ver como muchos pagan compañía incondicional con agresión y cautiverio.
3 comentarios:
Amar la libertad y el derecho a la libertad se está perdiendo en el ser humano cada día,en los animales ni te queiero conatar!
Besos
Un bello texto nos compartes,
ha sido un placer pasar por
tu casa,
feliz semana
un abrazo
muchas gracias por sus comentarios, realmente los aprecio. No sabía como saldría... pero bueno, si amar en libertad. Dificil pero totalmente necesario.
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