Tiro mi paciencia al abismo, para que no la encuentren. La tiro tan lejos que nadie nunca será capaz de oír nuevamente su desesperado lamento. A mi familia les dejo mis recuerdos; a mis peces, el agua de los ríos de mi cielo; a mis amigos, un verso; y al amor de mi vida, un beso, si es que el hado logra encontrarlo.
Deposito mis escritos en la cabeza de un valiente, mis deseos en el alma de un moribundo y mis ganas de vivir en los emos que pasean por el centro.
Les dejo mi lealtad a los gatos, a ver si acaso aprenden; mi carácter a los débiles; y mi odio a un psicólogo de pensamiento positivo para que se entretenga. Dejo mi creatividad en manos de un amigo y mi fe en cada una de las personas que tocaron mi vida.
Y una vez terminado todo esto, me marcho, me llevo solo dos cosas: mi alma y la esperanza de un día poder vivir todo otra vez.
2 comentarios:
Joha, a mí por fa me daja el don que Dios le dio para escribir cosas tan bellas.
jajajaja, todos debemos tener un testamento, si quieres eso te lo dejo, pero estoy segura que ya lo tienes. :)
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