26 de agosto de 2009

Durmiendo


Calderón Johanna


¡Cuántas cosas maravillosas nos llegan a la mente cuando dormimos!
Es fascinante nuestro cerebro, capaz de crear mundos enteros en cuestión de segundos. De alimentar, con una imaginación que el mismo Dalí envidiaría, todas las historias que protagonizamos en nuestros sueños.

Soñamos con nuestr@s amig@s, compañer@s y amantes… Con personas inventadas con el único propósito de mantenernos dormidos e interesados en un universo alterno impresionante.
¿Volar?... No hay problema, que se acabó el dinero, no importa, sabemos dónde encontrarlo.

En nuestros sueños somos aventureros, perspicaces y conspicuos. Anhelamos tener la fuerza, el tiempo y sobretodo la inmadurez para llevar a cabo tantas aventuras… que si pudiéramos hacerlo… no nos alcanzaría la vida para recrearlas todas haciéndoles justicia.

Nos damos la libertad de ser niños, libertad que -por cierto- debería ser una obligación de los cerebros pensantes de nuestra generación, ya que nos permite tener una mente más amplia y un corazón más abierto.

Si realmente adoptáramos esta libertad de divertirnos, haciéndolo como aún lo logramos en nuestros sueños, podríamos entender mejor a las generaciones más jóvenes, compartir más con nuestros padres y ser modelos de felicidad y no estereotipos de madurez.
Ser lo suficientemente maduro para ser inmaduro…

Es la madurez mental la que nos permite ser nosotros mismos, divertirnos y cargarnos de experiencias enriquecedoras. La madurez mental que nos permite soñar despiertos, aprovechar las oportunidades de aventura y diversión y –en fin- vivir.

Aprovechar nuestro tiempo en la Tierra de la mejor manera que sabemos hacerlo, soñando, imaginando y divirtiéndonos. Después de todo, somos los únicos seres capaces de reír. ¿Por qué desperdiciar ese don divino tan maravilloso?

Después de todo, en la vida debemos: añejar nuestro cerebro, fortalecer nuestro cuerpo y mantener joven nuestra alma, ¿no? ¿Que mejor arma para afrontar el futuro que dotándonos de imaginación, energía y conocimiento?

Así que… Sueñe, aventúrese a vivir y aprenda… porque todos tenemos un niño interno que sueña con vivir su vida. Un niño que con paciencia aguarda a que usted se deshaga del adulto amargado. Para así, de una vez por todas, lograr ver el mundo que podemos crear a través de los ojos de nuestra imaginación.

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